El retraso mental es la expresión sintomática de una enfermedad neurológica que generalmente estuvo activa durante el tiempo de la gestación o el período perinatal, o incluso, aunque menos frecuentemente, durante la niñez. Su proceso patológico, sobre todo en retraso mental severo y profundo, afecta al sistema nervioso, no sólo en las funciones cognitivas y conductuales, sino también produciendo trastornos motores, del habla y del lenguaje, convulsiones y dificultades sensoperceptivas.
Los afectados con retraso mental moderado son entrenables y desarrollan de tercera parte a la mitad de lo que se esperaría en alguien considerado como normal.
El manejo terapéutico integral debe cubrir varios aspectos: el consejo genético se utiliza en algunas patologías; el tratamiento médico o quirúrgico específico se emplea en la hidrocefalia y en la fenilcetonuria; para el control de crisis convulsivas, trastornos de la atención e hiperactividad, reacciones depresivas, tarstornos del sueño, enuresis, tastornos de conducta, reacciones psicóticas y otra sintomatología relacionada, se emplea un tratamiento farmacológico.
Los afectados con retraso mental moderado son entrenables y desarrollan de tercera parte a la mitad de lo que se esperaría en alguien considerado como normal.
El manejo terapéutico integral debe cubrir varios aspectos: el consejo genético se utiliza en algunas patologías; el tratamiento médico o quirúrgico específico se emplea en la hidrocefalia y en la fenilcetonuria; para el control de crisis convulsivas, trastornos de la atención e hiperactividad, reacciones depresivas, tarstornos del sueño, enuresis, tastornos de conducta, reacciones psicóticas y otra sintomatología relacionada, se emplea un tratamiento farmacológico.
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